Cuando pienso
Cuando pienso en el futuro…
Siento miedo, lo primero.
Miedo de él, de mi, del cómo.
Miedo del cuándo, del dónde.
Miedo, al final, del por qué.
Cuando pienso en el futuro,
otras veces, me relajo.
Pienso que todo irá bien,
que no importa el cómo,
que lo haré despacio.
Que da igual el dónde,
que a la mierda los por qués,
que ya vendrán.
Me imagino una película,
a veces sin un final.
O un mal drama,
O un chiste de los que sólo
te hacen reír al final.
Me agobio, me inquieto,
me lleno de ganas, de miedos.
Cuando pienso en el futuro
a veces quiero que llegue
y otras muchas me gustaría
quedarme aquí para siempre.
Que todo siguiera igual.
Pero pienso en el futuro
y detrás de cada duda
se me asoma cada vez,
como un reflejo.
Algo que nunca se mueve.
Que permanece en los dramas,
en los finales felices
y que sigue ahí, sentado,
cuando terminan los chistes.
Que se queda aquí conmigo,
algo que nunca se va.
El sonido de una voz,
susurrándome, tranquila.
Una risa a carcajadas,
algún llanto de emoción.
La mano sobre mi hombro
que me hace sentir mejor.
Cuando pienso en el futuro
siempre quedamos los dos.
Al final de la tormenta,
en medio de una comedia,
en una noche de alcohol.
La ilusión que me acompaña
mientras me hago mayor.
Cuando pienso en el futuro
de pronto, todo se apaga.
Todo me parece negro,
los días nunca se acaban,
las noches se hacen eternas.
Y busco a mi al rededor.
Cuando pienso en el futuro,
y ya sólo quedo yo.
Pero entonces los encuentro,
dos ojos color marrón.
Que aparecen de la nada,
me levantan,
y me dicen otra vez, en el futuro,
que mañana saldrá el sol.
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