Los demás


Siempre, desde pequeña, he sido fan de las personas. Me fascina ir por una calle concurrida, mirando a los demás y tratando de imaginar sus vidas. De dónde vienen, a dónde quieren llegar. Tratar de descifrar como viven, como piensan, cómo sienten. 

El concepto de “los demás” siempre me ha parecido el misterio más emocionante y enigmático de esta vida. La idea de que existen otros siete mil de millones de seres humanos con los que comparto este planeta, cada uno con una historia vital, unos recuerdos, unos sueños y una forma de ser diferente.

Reconozco que a veces esta profunda curiosidad me juega malas pasadas cuando, sin darme cuenta, no puedo evitar quedarme mirando embobada en una parada de autobús o un asiento del metro, analizando de arriba abajo a la persona de enfrente, llegando a olvidar que yo también ocupo un espacio visible para ella, y que mi mirada clavada sobre la suya empieza a resultarle cuanto menos incómoda.

Pero no puedo evitarlo. Me encanta imaginar los mundos interiores que hay en cada persona con la que me cruzo. Me gusta pensar que la parte visible de los demás es sólo una envoltura, más o menos trabajada, que protege su verdadero ser. Sus amores de la infancia y sus planes de futuro. Sus errores del pasado, y sus anhelos más profundos. Sus ideas y su fe. Su manera de querer y la forma en la que quisieran ser amados.

Me gusta, de vez en cuando, pararme a recordar que cada persona con la que me cruzo es una oportunidad para conocer un alma diferente. Con su propia personalidad, con una manera de ser que es única en el mundo. Como si cada ser humano tuviera una llave que yo necesito para desgranar del todo mi interior. Porque compruebo cada día, que cuanto más me esfuerzo por conocer a los demás, más me conozco a mi misma. 

Y aún así, reconozco que a veces me estorban. Que he llegado a odiar a los demás, a desear tener un poco más de mundo que fuera para mi sola. Porque a veces, los demás, pueden resultar incómodos. 

Pero puede que “los demás”, esos grandes desconocidos, sean sin embargo necesarios para que cada uno seamos como somos. Que nuestra manera de ver y tratar al resto de personas sea lo que nos hace ser quienes realmente somos. Que nuestro amor por los demás, sea el motor más importante de cada una de nuestras vidas, aunque no siempre sepamos apreciarlo.

Y es que sí, a veces molestan. A veces nos frustran al intentar entenderlos y manejarlos y descubrir que, la mayoría de veces, los demás se escapan del todo a nuestro control. 

Pero es en esos momentos en los que me gusta pararme y recordar que a mi, curiosa y amante de los enigmas por naturaleza, a través de los demás, el mundo me brinda cada mañana unos increíbles siete mil millones de misterios por resolver.


Budapest - The Great Market...I was in Budapest many years ago ('85) but I want to go here.

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