En clave de texto.

Hace poco comprendí que, encontrar aquello que nos mueve, identificar qué es exactamente eso que nos enciende como una bengala en una noche cerrada, entraña una dificultad sólo comparable a la hazaña de que ello coincida con lo que se nos da bien. 

 Es por esto que, hace un tiempo, me propuse iniciar una búsqueda sin descanso en lo más profundo de mi ser, una excursión por mis adentros persiguiendo pistas sobre aquellas cosas que me ayudan a exprimir al máximo esta condición tan frágil y misteriosa de ser humano. 

 Y encontré como respuesta un folio en blanco y miles de palabras enredadas en mi mente que aguardan, pacientes, que este loco día a día les otorgue de una vez unos minutos para hacer eso que tanto han anhelado: ordenarse una detrás de otra contando historias que llevan años esperando ver la luz. 

 Escribir para hacer eternos los ratos conmigo, para plasmar emociones escondidas y contarme en texto todo lo que nunca digo. Para dibujar recuerdos letra a letra y darles un idioma nuevo a estos pensamientos que, poco a poco, adquieren formas distintas mientras salen por mis dedos. 

 Escribir como si nadie leyera, por si algún día soy yo la que, nostálgica, decide viajar en el tiempo y descubrir de nuevo a esa niña que miraba el mundo cada vez como si fuera la primera, inventando historias imposibles que escritas en papel acaben sobreviviendo al hostil e inevitable paso del tiempo. 

Y es que, cuando descubres aquello que convierte el reloj en enemigo, aquello que le da un nuevo sentido al verbo existir, me atrevo a afirmar que disfrutarlo mucho y a menudo comienza a ser una maravillosa obligación. 

 Así que, sin más dilación, me lanzo a escribir. Sobre los otros (mi misterio preferido), sobre el mundo que me rodea y sobre las cosas que nunca me contaron por si, a medida que las desgrano sobre el papel, adquieren nuevos significados que le resten a la vida algo de amargura y le devuelvan mucho de emoción.

Porque engrandecer la propia existencia a veces se vuelve tan sencillo y complicado como esto: hacer, con frecuencia y con esmero, más de aquello que uno ama.

 

Comentarios

Entradas populares